Los motivos sobran para organizarse y marchar, pero aparentemente faltan voluntades que sumen una fuerza que nos invite a salir a la calle y gritar que estamos orgullosos de ser quiénes somos y que las épocas de oscurantismo para las comunidades TLGB son historia, una historia triste y desafortunada, pero historia al fin.
Dos mil diez es un año sumamente importante porque conseguimos lo que a mi humilde entender es la victoria más grande. Matrimonio Igualitario no solamente es un estado jurídico, no solamente es igualdad ante la ley, es la necesidad de visibilizar una comunidad que ha estado escondida por años y años en guettos, en la mentira, intentando protegerse de sociedades discriminatorias y homofóbicas.
Éste año más que nunca debemos salir a la calle, marchar y extender nuestros reclamos para generar una sociedad inclusiva, una sociedad donde la pretensión de algunos pocos también sea extendida a todos, porque todos estamos orgullosos de ser quienes somos, de vivir en una sociedad más justa e igualitaria, pero debemos además perseguir una sociedad que incluya. Esto no lo conseguiremos quedándonos en casa mirando cómo los cambios sociales suceden. Debemos ser parte de éstos cambios, debemos empezar a contar la historia desde adentro, como protagonistas y no como meros espectadores de una realidad que no acompañamos, sino que solo vemos pasar.
Éste año las provincias se organizaron, formaron frentes y realizaron sus marchas. Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Juan y Rio Negro, entre otros, marchan altivos, orgullosos, incluso a expensas de que grupos homófobos de la derecha pudieran enfrentarlos en una contramarcha que, se sabe, no son para nada pacíficas, por el contrario, siempre suceden cosas que terminan dañando, sea física o moralmente a las comunidades TLGB que se expresan.
Éste año debería ser particularmente especial, deberíamos reafirmar el compromiso social asumido con la comunidad cuando aquel quince de julio se aprobara la ley 26.618, deberíamos tomar la bandera para acompañar a lxs compañerxs trans en su cruzada por la Ley de Identidad de Género, la Reasignación de Sexo y la Despatologización de las Identidades Trans, poniendo estos temas en el tapete para que se comience a generar un debate social enriquecedor como el que se fue gestando cuando el proyecto de Matrimonio pasó a la Cámara Alta. Lxs compañerxs trans son un colectivo muy reducido en número y merecen la solidaridad de todas las organizaciones que tratamos diversidad sexual. Tenemos la obligación de generar debates y visibilizar una problemática que si bien no nos pega en el pecho, nos toca como sociedad que pelea por ser igualitaria e inclusiva.
Cualesquiera que sean las excusas para no marchar éste año con la impronta que se merece una celebración en una provincia como Mendoza, teniendo en cuenta su idiosincrasia, son nada más que evasivas. Esta vez debemos unirnos con todos aquellos que celebran la diversidad, sean gays, lesbianas, trans, bisexuales, heterosexuales o intersexuales. No hay espacio para la sectarización a la hora de reconocerle derechos a los que carecen de ellos. La Identidad es un derecho y la minoría trans no lo tiene.
Sé que estamos orgullosos de haber conseguido todo lo que hemos logrado y estamos seguros que las organizaciones de diversidad sexual podremos llegar a acuerdos para no ser la excepción a la hora de enfrentarnos a una sociedad que espera mucho más que el letargo después de haber luchado como leones.
Exhorto a todxs a marchar y decir: VAMOS POR MÁS.
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