lunes, 10 de enero de 2011

ETERNAMENTE MARIA ELENA WALSH.

ETERNAMENTE MARIA ELENA.

El día amaneció algo fresco pero agradable, con una tranquilidad inusitada y una belleza especial. No podía ser de otra manera, ésta mañana había partido la genial María Elena Walsh. Tras una vida cargada de belleza, nuestra María Elena supo capitalizar sus vicisitudes y transmitirlas haciéndolas versos para que todos podamos disfrutarla.

Así, ésta mujer prodigio se constituyó en una férrea crítica de todo aquello que traicionaba sus ideales, tal es así que en la década del sesenta al escribir su célebre libro “El Reino del Revés”, más tarde hecho canción, poetizaba la queja por los derrocamientos de Frondizi e Illia en manos de Guido y Onganía respectivamente. Esto queda de manifiesto en versos como los siguientes:

Me dijeron que en el reino del revés
Nadie baila con los pies,
Que un ladrón es vigilante y otro es juez
Y que uno y dos son tres.

Me dijeron que en el reino del revés
Un señor llamado Andrés
Tiene mil quinientos treinta chimpancés
Que si miras no los ves.


Yo creo que el reino del revés del que nos hablaba María no es otra cosa que nuestra propia historia. Estos versos nos hablan, obviamente, de todo aquello que es contrario a la democracia, nos habla de la corrupción estatal de la época, nos remiten a los tres estamentos de las fuerzas armadas y sus procesos, a la violencia principalmente militar, los “monos” de la derecha o, a decir del Gral. Perón, los “Gorilas” de la derecha militar y la falta de libertad de expresión de esos tiempos.

María necesitaba dejarnos a todas las generaciones posteriores a ella la idea de no olvidar lo que le hacía daño, lo que a muchos argentinos dañó. Por esa razón considero a María Elena una gran e inteligente militante de los derechos humanos. Ésta idea queda más que clara con otra de sus tantas obras cumbre: “Como la Cigarra”, que nos deja una idea acabada de su apoyo a los familiares de desaparecidos en las diferentes dictaduras militares, un canto de agradecimiento por que de no haberse autoexiliado en París, seguramente no hubiera llegado hasta aquí y estaríamos pidiendo justicia también por su desaparición.

Tantas veces me mataron,
tantas veces me morí,
sin embargo estoy aquí
resucitando.

Gracias doy a la desgracia
y a la mano con puñal,
porque me mató tan mal,
y seguí cantando.

Cantando al sol, como la cigarra,
después de un año bajo la tierra,
igual que sobreviviente
que vuelve de la guerra.




Tantas veces me borraron,
tantas desaparecí,
a mi propio entierro fui,
solo y llorando.


Hice un nudo del pañuelo,
pero me olvidé después
que no era la única vez
y seguí cantando.


Tantas veces te mataron,
tantas resucitarás
cuántas noches pasarás
desesperando.


Y a la hora del naufragio
y a la de la oscuridad
alguien te rescatará,
para ir cantando.



No solo te recordaremos por tu legado en prosas, también estarás en el corazón de todos los que defendemos los derechos humanos, la igualdad y la equidad por sobre todas las cosas.

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