Constituyeron el avance más importante de los últimos años. En la actualidad, los tratamientos se simplificaron, son más efectivos y menos tóxicos. Aquí, un resumen de este capítulo de la historia.
El común denominador de los tratamientos aplicados en la actualidad es la combinación de distintas drogas antirretrovirales. Estas combinaciones, reemplazaron las monoterapias tradicionales, que solo se mantienen en el caso de las embarazadas VIH positivas. Las diferentes drogas tienden a impedir la multiplicación del virus y, hacen más lento el proceso de deterioro del sistema inmunitario. Al inhibir ciertas enzimas, las drogas intervienen en diferentes momentos del proceso de multiplicación del virus e impiden que dicho proceso llegue a término.
Sin dudas, el avance más importante de los últimos años se refiere al impacto del tratamiento antirretroviral en el pronóstico de los pacientes. No son pocos los estudios que demostraron que la sobrevida de estos pacientes se iguala a la de la población general si reciben este tipo de tratamiento y tienen un buen nivel de defensas. Además, estos tratamientos se simplificaron, devinieron menos tóxicos y más efectivos.
Los inhibidores de la proteasa son drogas que actúan en la enzima proteasa viral e impiden que la enzima “corte” las proteínas necesarias para armar el virus. En los últimos diez años, los modernos inhibidores de la proteasa cumplieron con las expectativas creadas tanto en los pacientes como en la comunidad médica. Su introducción en la terapia antirretroviral produjo un impacto nunca antes visto en la reducción de las complicaciones producidas por la infección por VIH.
Los primeros inhibidores de la proteasa fueron saquinavir, ritonavir e indinavir. A estos le siguieron los más modernos que requieren un refuerzo con ritonavir para lograr mejores niveles en sangre. Entre estos últimos figuran lopinavir (coformulado con ritonavir en el mismo comprimido), atazanavir (que puede utilizarse solo, aunque en general se lo utiliza con ritonavir); fosamprenavir, y dos drogas que mostraron su eficacia en pacientes con virus resistentes: darunavir y tripanavir.
Un grupo de los antivirales más modernos es el de los denominados inhibidores nucleósidos y nucleótidos de la transcriptasa reversa: tenofovir, abacavir y emtricitabina. Se trata de drogas muy efectivas y de excelente tolerancia que pueden ser administradas una vez por día y se presentan en combinaciones fijas que las hacen muy convenientes.
Entre los tratamientos más recientes aparecen los antagonistas de los receptores CCR5, que evitan el ingreso del virus en las células y bloquean este receptor (CCR5), que se encuentra en la membrana celular. De este modo, evitan las etapas iniciales del ciclo viral. Se trata de la única droga que no actúa sobre el ciclo del virus, sino sobre un receptor humano. Para conocer si esta droga resultará útil a un paciente, se requiere la prueba del tropismo, dado que el virus podría utilizar una vía alternativa para ingresar en la célula. Hoy se conocen las drogas que producen este efecto: maraviroc y vicriviroc, de las cuales la primera se encuentra disponible en nuestro país y se utiliza en combinación con otros medicamentos.
En la última década, hicieron su advenimiento los inhibidores de la integrasa, una enzima del VIH que compone el material genético viral en los cromosomas humanos, un paso crítico en la patogenia de la infección. Si bien tuvieron un desarrollo prolongado, finalmente dio sus frutos ya que dos estudios demostraron un éxito rotundo de raltegravir, la primera droga del grupo aprobada para su uso. Los estudios que avalaron las aprobaciones de la FDA y en la ANMAT son BENCHMRK 1 y 2, realizados en pacientes que habían fracasado a otros tratamientos.
Otro gran aporte lo constituyó el lanzamiento de la etravirina, de la familia de los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa de segunda generación. A este mismo grupo pertenecen efavirenz y nevirapina, de primera generación y conocidas desde hace muchos años.
Etravirina es el primer inhibidor no nucleósido que muestra actividad antiviral en pacientes adultos experimentados con cepas de VIH resistentes a efavirenz y nevirapina. Se usa en combinación con otras drogas para VIH.
Este año se conocieron los resultados del Estudio PROGRESS, de Abbott, que demostró que, a través de 96 semanas, una combinación de Kaletra (lopinavir/ritonavir) e Isentress (raltegravir) presentaba una respuesta virológica e inmunológica similar a la de la combinación Kaletra y Truvada (tenofovir/emtricitabina) en pacientes que comenzaban su primer tratamiento para la infección por el VIH. Los resultados del estudio fueron presentados el 9 de abril de 2011 en el Congreso Panamericano de Enfermedades Infecciosas realizado en Punta del Este, Uruguay.
“A medida que las personas con VIH viven más tiempo, existe una mayor necesidad de nuevos regímenes de tratamiento que sean seguros y eficaces”, señaló en esa ocasión el doctor Pedro Cahn, director científico de la Fundación Huésped y jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Juan A. Fernández. “Los datos de PROGRESS indican, aunque no en forma definitiva, que lopinavir/ritonavir más raltegravir pueden ofrecer una alternativa de tratamiento en aquellos pacientes para quienes los inhibidores nicleósidos de la transcriptasa inversa (INTI) pueden no ser una opción debido a fracaso virológico o efectos secundarios”, agregó.
“Kaletra es uno de los inhibidores de la proteasa más ampliamente estudiados disponible para los pacientes, y Abbott considera que es importante buscar nuevas formas de combinarlo con otros medicamentos para el VIH con el fin de explotar el impacto a largo plazo del tratamiento contra el VIH”, manifestó por su parte el doctor Scott C. Brun, vicepresidente divisional de Desarrollo de Enfermedades Infecciosas de Global Pharmaceutical Research and Development del laboratorio, al tiempo que consideró que dicha combinación “puede ofrecer una alternativa para abordar estas cuestiones”.
Abbott, uno de los laboratorios líderes en la investigación del VIH/sida desde los inicios de la epidemia, desarrolló en 1985 el primer test aprobado para detectar anticuerpos del VIH en la sangre. Sus test para hepatitis y para retrovirus son utilizados para cribar más de la mitad del suministro de sangre donada en todo el mundo.
Además, a compañía desarrolló dos inhibidores de la proteasa para el tratamiento de la infección, y diversos productos nutricionales, diagnósticos y dispositivos para ayudar a las personas que viven con VIH.
FUENTES: Revista PRESCRIBE, 2011, edición especial: "A 30 años del descubrimiento del SIDA"
El común denominador de los tratamientos aplicados en la actualidad es la combinación de distintas drogas antirretrovirales. Estas combinaciones, reemplazaron las monoterapias tradicionales, que solo se mantienen en el caso de las embarazadas VIH positivas. Las diferentes drogas tienden a impedir la multiplicación del virus y, hacen más lento el proceso de deterioro del sistema inmunitario. Al inhibir ciertas enzimas, las drogas intervienen en diferentes momentos del proceso de multiplicación del virus e impiden que dicho proceso llegue a término.
Sin dudas, el avance más importante de los últimos años se refiere al impacto del tratamiento antirretroviral en el pronóstico de los pacientes. No son pocos los estudios que demostraron que la sobrevida de estos pacientes se iguala a la de la población general si reciben este tipo de tratamiento y tienen un buen nivel de defensas. Además, estos tratamientos se simplificaron, devinieron menos tóxicos y más efectivos.
Los inhibidores de la proteasa son drogas que actúan en la enzima proteasa viral e impiden que la enzima “corte” las proteínas necesarias para armar el virus. En los últimos diez años, los modernos inhibidores de la proteasa cumplieron con las expectativas creadas tanto en los pacientes como en la comunidad médica. Su introducción en la terapia antirretroviral produjo un impacto nunca antes visto en la reducción de las complicaciones producidas por la infección por VIH.
Los primeros inhibidores de la proteasa fueron saquinavir, ritonavir e indinavir. A estos le siguieron los más modernos que requieren un refuerzo con ritonavir para lograr mejores niveles en sangre. Entre estos últimos figuran lopinavir (coformulado con ritonavir en el mismo comprimido), atazanavir (que puede utilizarse solo, aunque en general se lo utiliza con ritonavir); fosamprenavir, y dos drogas que mostraron su eficacia en pacientes con virus resistentes: darunavir y tripanavir.
Un grupo de los antivirales más modernos es el de los denominados inhibidores nucleósidos y nucleótidos de la transcriptasa reversa: tenofovir, abacavir y emtricitabina. Se trata de drogas muy efectivas y de excelente tolerancia que pueden ser administradas una vez por día y se presentan en combinaciones fijas que las hacen muy convenientes.
Entre los tratamientos más recientes aparecen los antagonistas de los receptores CCR5, que evitan el ingreso del virus en las células y bloquean este receptor (CCR5), que se encuentra en la membrana celular. De este modo, evitan las etapas iniciales del ciclo viral. Se trata de la única droga que no actúa sobre el ciclo del virus, sino sobre un receptor humano. Para conocer si esta droga resultará útil a un paciente, se requiere la prueba del tropismo, dado que el virus podría utilizar una vía alternativa para ingresar en la célula. Hoy se conocen las drogas que producen este efecto: maraviroc y vicriviroc, de las cuales la primera se encuentra disponible en nuestro país y se utiliza en combinación con otros medicamentos.
En la última década, hicieron su advenimiento los inhibidores de la integrasa, una enzima del VIH que compone el material genético viral en los cromosomas humanos, un paso crítico en la patogenia de la infección. Si bien tuvieron un desarrollo prolongado, finalmente dio sus frutos ya que dos estudios demostraron un éxito rotundo de raltegravir, la primera droga del grupo aprobada para su uso. Los estudios que avalaron las aprobaciones de la FDA y en la ANMAT son BENCHMRK 1 y 2, realizados en pacientes que habían fracasado a otros tratamientos.
Otro gran aporte lo constituyó el lanzamiento de la etravirina, de la familia de los inhibidores no nucleósidos de la transcriptasa inversa de segunda generación. A este mismo grupo pertenecen efavirenz y nevirapina, de primera generación y conocidas desde hace muchos años.
Etravirina es el primer inhibidor no nucleósido que muestra actividad antiviral en pacientes adultos experimentados con cepas de VIH resistentes a efavirenz y nevirapina. Se usa en combinación con otras drogas para VIH.
Este año se conocieron los resultados del Estudio PROGRESS, de Abbott, que demostró que, a través de 96 semanas, una combinación de Kaletra (lopinavir/ritonavir) e Isentress (raltegravir) presentaba una respuesta virológica e inmunológica similar a la de la combinación Kaletra y Truvada (tenofovir/emtricitabina) en pacientes que comenzaban su primer tratamiento para la infección por el VIH. Los resultados del estudio fueron presentados el 9 de abril de 2011 en el Congreso Panamericano de Enfermedades Infecciosas realizado en Punta del Este, Uruguay.
“A medida que las personas con VIH viven más tiempo, existe una mayor necesidad de nuevos regímenes de tratamiento que sean seguros y eficaces”, señaló en esa ocasión el doctor Pedro Cahn, director científico de la Fundación Huésped y jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Juan A. Fernández. “Los datos de PROGRESS indican, aunque no en forma definitiva, que lopinavir/ritonavir más raltegravir pueden ofrecer una alternativa de tratamiento en aquellos pacientes para quienes los inhibidores nicleósidos de la transcriptasa inversa (INTI) pueden no ser una opción debido a fracaso virológico o efectos secundarios”, agregó.
“Kaletra es uno de los inhibidores de la proteasa más ampliamente estudiados disponible para los pacientes, y Abbott considera que es importante buscar nuevas formas de combinarlo con otros medicamentos para el VIH con el fin de explotar el impacto a largo plazo del tratamiento contra el VIH”, manifestó por su parte el doctor Scott C. Brun, vicepresidente divisional de Desarrollo de Enfermedades Infecciosas de Global Pharmaceutical Research and Development del laboratorio, al tiempo que consideró que dicha combinación “puede ofrecer una alternativa para abordar estas cuestiones”.
Abbott, uno de los laboratorios líderes en la investigación del VIH/sida desde los inicios de la epidemia, desarrolló en 1985 el primer test aprobado para detectar anticuerpos del VIH en la sangre. Sus test para hepatitis y para retrovirus son utilizados para cribar más de la mitad del suministro de sangre donada en todo el mundo.
Además, a compañía desarrolló dos inhibidores de la proteasa para el tratamiento de la infección, y diversos productos nutricionales, diagnósticos y dispositivos para ayudar a las personas que viven con VIH.
FUENTES: Revista PRESCRIBE, 2011, edición especial: "A 30 años del descubrimiento del SIDA"
No hay comentarios:
Publicar un comentario