domingo, 18 de julio de 2010

SEXUALIDAD Y ADOLESCENCIA

En busca de la orientación sexual.
Nota: Revista JUNTOS de Diario Los Andes.

Hablar de homosexualidad resulta habitualmente difícil, mucho más si hablamos de homosexualidad y adolescencia.
La homosexualidad genera comúnmente sentimientos muy fuertes y profundos con los cuales resulta muy difícil ser objetivo.
Por lo general, estos sentimientos van sustentados por los prejuicios y el desconocimiento. Y justamente, cuando reaccionamos con mayor violencia es frente a lo desconocido, por que nos da miedo.
Para intentar desentrañar algunos prejuicios, resulta importante definir algunos conceptos. El primero es el referido a la orientación sexual, a la que podemos definir como la atracción erótica, romántica y afectiva de una persona hacia el otro sexo, el mismo sexo o hacia ambos.
Esto significa que la orientación sexual, sea de tipo hetero, homo o bisexual si bien puede definirse por lo que uno hace, a veces se determina por lo que uno dice, y se define especialmente por lo que uno siente. Es buscando a partir de los sentimientos donde más probablemente encontremos la comprensión y aceptación del que es distinto.
Uno de los orígenes en las confusiones cuando se habla, tanto de homosexualidad como de heterosexualidad, es la utilización del término “preferencia sexual”. El error parte de pensar que una persona puede optar o elegir su orientación sexual. Hasta los años 70 se definía a la homosexualidad como una enfermedad. A partir de intentar corregir este concepto, apareció el término “preferencia”. Pero a partir de 1982, a medida que los científicos fueron descubriendo nuevas pruebas que sugerían que la homosexualidad o la heterosexualidad no es algo que se escoge, surgió el término “orientación sexual”. Entonces, hablar de preferencia sexual es un término antiguo que se usaba para describir la orientación sexual de una persona, sin atribuirle una calificación.
Actualmente ya no se considera como una preferencia o elección individual y conciente de cada persona. La orientación sexual se piensa que está compuesta por una red compleja de factores sociales, culturales, biológicos, económicos y políticos.
La orientación sexual de un individuo, ya sea hetero, homo o bisexual, es una parte esencial de su salud mental y de su personalidad. Se debe apoyar el derecho de cada individuo para aceptar, reconocer y vivir en conformidad con su orientación.
Es frecuente escuchar hablar de “aumento de la cantidad de homosexuales”, creencia popular basada en la invasión mediática que sufren los hogares. Esta creencia sostiene que antes había menos homosexuales y sin ningún tipo de fundamento, considera que las personas son homosexuales en función de una tendencia o moda.
La homosexualidad ha existido en la mayoría de las sociedades durante todo el período del que se dispone de registros de descripciones, creencias y prácticas sexuales. Las actitudes sociales ante la homosexualidad han tenido un impacto decisivo hasta el punto de que los individuos han ocultado o hecho conocer su orientación sexual, conforme a la posible reacción.
Desde hace más de 60 años se dispone de registros que indican que el número de personas homosexuales, así como heterosexuales se mantiene. Estos registros indican que entre el 5 y el 9% de la población es homosexual más allá del lugar o de la época. Mal puede pensarse que sea un producto de la moda o un “contagio”, peligrosa creencia que lleva a la marginación. Para ser más claros, el número se mantiene constante, no depende de sociedades ni de épocas que favorezcan o rechacen a las personas de orientación homosexual.
¿Qué puede decirse en cuanto al origen de la homosexualidad?
Prácticamente lo mismo que en cuanto al origen de la heterosexualidad. Si bien la explicación reproductiva es la más común, no es suficiente.
El hecho de que para reproducirnos y continuar como especie es necesaria la heterosexualidad, además de reduccionista, es una explicación que no tiene en cuenta que la mayoría de las personas se sienten atraídas por el otro sexo, más allá de la continuidad de la especie.
Es probable que en la medida que aprendamos más acerca de la heterosexualidad, también aprendamos más acerca de la homosexualidad.
Ninguna teoría científica sobre lo que causa la orientación sexual se ha fundamentado apropiadamente.
El origen, la causa o la etiología de la homosexualidad sigue siendo desconocida, pero la literatura moderna y la inmensa mayoría de los estudios en este campo afirman que la orientación sexual de un individuo no es opcional, es decir, que las personas no optan por ser homosexuales en lugar de heterosexuales.
Lo que puede afirmarse es que la orientación sexual y emocional de cada persona se establece a una edad muy temprana. Casi todos los expertos aseguran que ocurre al nacer, y con certeza antes de los cinco años.
Otra creencia que tiene mucho arraigo es la de considerar a la homosexualidad como una enfermedad. En realidad la orientación sexual de las personas no constituye enfermedad en ninguna circunstancia, pero una forma de encasillar al que es diferente, muchas veces consiste en considerarlo enfermo.
Podría decirse que la homosexualidad no cumple los requisitos para ser considerada un trastorno mental, hecho sobre el que hay consenso científico desde hace más de 30 años.
Este razonamiento puede ser peligroso, ya que, en tanto sea enfermedad, habrá que curarla.
Durante mucho tiempo se han propuesto “tratamientos” para modificar la orientación sexual homosexual, que recorren diversos modelos hasta las terapias de aversión que incluyen el uso de drogas y el electro shock.
Resulta interesante pensar que nunca se inventó el tratamiento inverso, es decir, el de convertir en homosexual a una persona heterosexual.
En definitiva, lo que hoy se sabe es que muchas de las intervenciones que tratan de cambiar la orientación sexual de lesbianas y homosexuales han tenido éxito sólo en reducir el comportamiento sexual y la autoestima en lugar de crear mayor atracción hacia el sexo opuesto.
En este punto, y como definición puede decirse que la homosexualidad es la atracción sexual y emocional persistente hacia los miembros del mismo sexo y forma parte del espectro de la expresión sexual.
La homosexualidad en sí no provoca anormalidades psicológicas. En cambio, vivir bajo la presión de tener que fingir que no se es homosexual sí puede constar mucho en términos de amor propio, y puede causar daño psicológico.
Durante los años de la adolescencia muchos jóvenes participan en la experimentación sexual, como parte del aprendizaje y como parte del conocimiento de uno mismo. La conducta sexual durante ese período no predice la futura orientación sexual.
Se considera legítimo hablar de homosexualidad en la adolescencia cuando las conductas homosexuales se hacen frecuentes, cuando la vida erótica está ligada a fantasías de ese tipo y cuando se asume la identidad homosexual.
La juventud homosexual o lesbiana suele afrontar dificultades considerables con su familia, escuela y comunidad. Estos jóvenes se hallan gravemente dañados por la estigmatización y los prejuicios sociales, el limitado conocimiento de la sexualidad humana, la necesidad del secreto, la falta de oportunidades de una socialización abierta y la limitada comunicación con los modelos de patrones saludables. Cometidos al franco rechazo y persecución por parte de los miembros de la familia, los compañeros, los profesores y otras personas de la comunidad, pueden buscar, sin encontrarlo, comprensión y aceptación por parte de los padres, quienes pueden reaccionar con rabia, confusión y/o culpa al saber que su hijo es homosexual.
Los compañeros pueden participar en la asignación de sobrenombres, el ostracismo o incluso el abuso físico del individuo identificado.
Las autoridades escolares y comunitarias pueden recurrir a la ridiculización, el franco vituperio y la falta de apoyo.
Todo este rechazo puede conducir al aislamiento, las conductas de huída, el vagabundeo, la violencia doméstica, la depresión, el suicidio, la drogadicción y el fracaso escolar y laboral. Puede aparecer la prostitución como medio de supervivencia en los jóvenes que se ven obligados a escapar de sus hogares.
En definitiva, los problemas de los adolescentes homosexuales y lesbianas son consecuencia de la estigmatización, la hostilidad, inquina y aislamiento sociales. La gravedad de estas tensiones viene subrayada por los datos actuales que demuestran que la juventud homosexual sufre hasta un 30% de los suicidios consumados entre los adolescentes.

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